Ciclo "Conoce nuestros blogs" hoy: Tentativas y Variaciones
De a poco queremos irles presentando a los blogs que componen el buscador, detrás de cada blog hay una persona y una familia con distintas historias e influencias. Hoy conversamos con Daniel del blog Tentativas y variaciones, el es un chileno viviendo en Israel, en Judea.
¿Qué te llevó a tener un blog de cocina?
En mi casa nos alimentábamos. Las comidas eran gratas porque era el único momento del día en que los seis estábamos juntos y compartíamos inquietudes, noticias y acontecimientos. La comida la preparaba alguna nana, la María o la señora Blanca y siendo sabrosa y suficiente, no era importante.
Era simplemente alimento.
Y en casa de la abuelita Bobe, con la ayuda de la nana, la abuelita María, donde se cocinaba comida judía, del oriente de Europa, como kügel, o holodets, o sopa de pollo con kneidalaj, o gefilte fish. Siempre se servía menos de lo que uno deseaba. Y las fiestas judías religiosas en casa de la abuela Beatriz. En el comedor, en una enorme mesa, con sillas y vitrinas de estilo Luis XVI, con manteles y servilletas bordados de Portugal, y vajilla alemana con ornamentos dorados, y vasos de de cristal cortados de Checoslovaquia, donde la comida importaba menos que la manera de servir.
Y en casa de Cheo, mi amigo de niño y juventud, a la hora de once, se servían marraquetas tostadas, untadas con mantequilla y a veces con dulce o palta molida, y un vaso de té con leche caliente. Y entre juegos, la once no es solo alimento sino que también placer.
Y cuando Mama trabajó en la embajada y en casa hubo que ofrecer un coctel, vino un cocinero y preparo entremeses y uno de ellos era un pequeño sándwich de pumpernickel con mantequilla y queso mantecoso, hecho de varios niveles y cortado en un rectángulo de 4 x 2 x 2 cm. Gustos diferentes, preparados y presentados con esmero.Y en casa de la tía Frida, se preparaban queques y se cocinaban comidas diferentes, como huevas de pescada o erizos, o platos con machas o almejas, o se servían fuentes de frutas peladas y alrededor de la mesa los comensales comentaban lo sabroso de la comida. Y el tío Abraham, que era un gozador, se esmeraba en conseguir alimentos especiales en picadas que solo él conocía, para que la tía le preparase platos especiales, con ayuda, como no, de María, la gorda. Siempre sabroso.
Y en casa de la tía Aida se servían platos decorados, se ofrecían alternativas, y las carnes y los pescados eran servidos con salsas especiales, y los postres eran preparados. Se servían aperitivos, y bajativos y café con torta. Siempre elegante.Y en casa de Daniela, mi dulce cuñada, siguiendo las enseñanzas de su mama, se servían comidas de sabores europeos; puerros al horno, torta de quesillo horneada o bavarois de frutillas con nueces tostadas. La comida como ceremonia. Sabores diferentes y desconocidos para mí.
De pronto el cocinar y el comer adquieren importancia. Y en Sagrada Familia, en casa de la señora Fanny, mi amada suegra, donde en verano éramos no menos de 21 personas alrededor de la mesa, 4 veces al día, desde fines de diciembre hasta fines de febrero y cuando no se comía, se dormía un tanto, para luego preparar la comida siguiente, horas y horas de estar sentados en los pasillos techados, en el frente de la vieja casa de adobe, desvainando porotos granados, desplumando codornices, limpiando alcachofas, pelando papas, preparando las hojas de choclos para hacer humitas, o haciendo orejones de manzana. Y alguien de la familia se ofrecía para preparar algo especial, como un traguito, o un chancho en piedra, o pelotitas de leche condensada con nueces y chocolate en polvo, o una chichita, o se ofrecía para traer hallullas y marraquetas de la panadería de Don Antonio, o chicharrones de la carnicería, o cangrejos del rio Mataquito, o sardinas y sierras de La Pesca, o chorizos secos de Cecinas Soler, o dulces de Curicó, o chaguales costinos del mercado, o botellas de pisco rellenas de lengüitas de erizo, o alguna miel especial de por algún lado.
Abastecer la casa, preparar la comida, servir los platos, comer en conjunto, e inclusive lavar ollas y platos, era un acto de dar y de hacer familia. La comida era estar juntos, disfrutar y otro modo de decir te quiero.
¿Tú ingrediente favorito y por qué?
Cebollas, algas y hongos. Productos que saben dar y recibir. Sabores de mar y tierra, y la cebolla locuaz que sabe conversar con todos.
¿Podrías dar algún consejo para que un plato resulte como dice la receta?
No es necesario. Aporta tu manera especial de cocinar, intenta y varía. Solo tú sabes cuales son los sabores de los tuyos y en casa, una comida sabrosa es aquella que preparaste pensando en las preferencias de tu comensal querido.
¿Cuales han sido tus influencias en la cocina?
Los deseos y peticiones de Ximena y Iona, mi ser chileno, el deseo de conocer otras culturas a través de sus comidas, la agricultura sostenida por la comunidad y sus cajas semanales de cultivos orgánicos, autóctonos, frescos y a veces, poco usuales. The slow cooking movement, los productos del Mediterráneo, la necesidad de intentar sabores diferentes y adaptarlos a nuestros parámetros.
¿Cómo comemos los chilenos?
Comidas complejas compuestas de decenas de ingredientes y dueñas de sabores marcados, productos del mar, comida de campo y comida autóctona, intentamos con lo picante, pero preferimos lo salado o lo dulce, nos gusta comer recuerdos; como a todos.
¿Qué otro blog de cocina nos recomiendas?
Adormidera en http://adormidera.wordpress.com/
¿Qué te llevó a tener un blog de cocina?
En mi casa nos alimentábamos. Las comidas eran gratas porque era el único momento del día en que los seis estábamos juntos y compartíamos inquietudes, noticias y acontecimientos. La comida la preparaba alguna nana, la María o la señora Blanca y siendo sabrosa y suficiente, no era importante.
Era simplemente alimento.
Y en casa de la abuelita Bobe, con la ayuda de la nana, la abuelita María, donde se cocinaba comida judía, del oriente de Europa, como kügel, o holodets, o sopa de pollo con kneidalaj, o gefilte fish. Siempre se servía menos de lo que uno deseaba. Y las fiestas judías religiosas en casa de la abuela Beatriz. En el comedor, en una enorme mesa, con sillas y vitrinas de estilo Luis XVI, con manteles y servilletas bordados de Portugal, y vajilla alemana con ornamentos dorados, y vasos de de cristal cortados de Checoslovaquia, donde la comida importaba menos que la manera de servir.
Y en casa de Cheo, mi amigo de niño y juventud, a la hora de once, se servían marraquetas tostadas, untadas con mantequilla y a veces con dulce o palta molida, y un vaso de té con leche caliente. Y entre juegos, la once no es solo alimento sino que también placer.
Y cuando Mama trabajó en la embajada y en casa hubo que ofrecer un coctel, vino un cocinero y preparo entremeses y uno de ellos era un pequeño sándwich de pumpernickel con mantequilla y queso mantecoso, hecho de varios niveles y cortado en un rectángulo de 4 x 2 x 2 cm. Gustos diferentes, preparados y presentados con esmero.Y en casa de la tía Frida, se preparaban queques y se cocinaban comidas diferentes, como huevas de pescada o erizos, o platos con machas o almejas, o se servían fuentes de frutas peladas y alrededor de la mesa los comensales comentaban lo sabroso de la comida. Y el tío Abraham, que era un gozador, se esmeraba en conseguir alimentos especiales en picadas que solo él conocía, para que la tía le preparase platos especiales, con ayuda, como no, de María, la gorda. Siempre sabroso.
Y en casa de la tía Aida se servían platos decorados, se ofrecían alternativas, y las carnes y los pescados eran servidos con salsas especiales, y los postres eran preparados. Se servían aperitivos, y bajativos y café con torta. Siempre elegante.Y en casa de Daniela, mi dulce cuñada, siguiendo las enseñanzas de su mama, se servían comidas de sabores europeos; puerros al horno, torta de quesillo horneada o bavarois de frutillas con nueces tostadas. La comida como ceremonia. Sabores diferentes y desconocidos para mí.
De pronto el cocinar y el comer adquieren importancia. Y en Sagrada Familia, en casa de la señora Fanny, mi amada suegra, donde en verano éramos no menos de 21 personas alrededor de la mesa, 4 veces al día, desde fines de diciembre hasta fines de febrero y cuando no se comía, se dormía un tanto, para luego preparar la comida siguiente, horas y horas de estar sentados en los pasillos techados, en el frente de la vieja casa de adobe, desvainando porotos granados, desplumando codornices, limpiando alcachofas, pelando papas, preparando las hojas de choclos para hacer humitas, o haciendo orejones de manzana. Y alguien de la familia se ofrecía para preparar algo especial, como un traguito, o un chancho en piedra, o pelotitas de leche condensada con nueces y chocolate en polvo, o una chichita, o se ofrecía para traer hallullas y marraquetas de la panadería de Don Antonio, o chicharrones de la carnicería, o cangrejos del rio Mataquito, o sardinas y sierras de La Pesca, o chorizos secos de Cecinas Soler, o dulces de Curicó, o chaguales costinos del mercado, o botellas de pisco rellenas de lengüitas de erizo, o alguna miel especial de por algún lado.
Abastecer la casa, preparar la comida, servir los platos, comer en conjunto, e inclusive lavar ollas y platos, era un acto de dar y de hacer familia. La comida era estar juntos, disfrutar y otro modo de decir te quiero.
¿Tú ingrediente favorito y por qué?
Cebollas, algas y hongos. Productos que saben dar y recibir. Sabores de mar y tierra, y la cebolla locuaz que sabe conversar con todos.
¿Podrías dar algún consejo para que un plato resulte como dice la receta?
No es necesario. Aporta tu manera especial de cocinar, intenta y varía. Solo tú sabes cuales son los sabores de los tuyos y en casa, una comida sabrosa es aquella que preparaste pensando en las preferencias de tu comensal querido.
¿Cuales han sido tus influencias en la cocina?
Los deseos y peticiones de Ximena y Iona, mi ser chileno, el deseo de conocer otras culturas a través de sus comidas, la agricultura sostenida por la comunidad y sus cajas semanales de cultivos orgánicos, autóctonos, frescos y a veces, poco usuales. The slow cooking movement, los productos del Mediterráneo, la necesidad de intentar sabores diferentes y adaptarlos a nuestros parámetros.
¿Cómo comemos los chilenos?
Comidas complejas compuestas de decenas de ingredientes y dueñas de sabores marcados, productos del mar, comida de campo y comida autóctona, intentamos con lo picante, pero preferimos lo salado o lo dulce, nos gusta comer recuerdos; como a todos.
¿Qué otro blog de cocina nos recomiendas?
Adormidera en http://adormidera.wordpress.com/